martes, septiembre 30, 2008

señales

he de dudar de todo
como una religión o una promesa
tambalearán las cosas
al borde de lo incierto

iré pisando siempre
arenas movedizas
papel de seda blanco
palabras quebradizas

habitaré en el vértigo
haré casas de naipes
dentro del huracán de tu silencio

cultivaré preguntas junto a las margaritas
no daré nada por supuesto
me aferraré a lo etéreo

hasta que una señal
(tan sólo una)
ponga en duda la duda
y me dé calma.

sábado, septiembre 20, 2008

confusión

No se trata de manos
piernas
dedos rozando el cuello

no se trata de los pies enredados
de bocas
o de músculos tensos

no se trata de saliva
del arco de la espalda
la voz hecha susurro

no se trata de tu mirada huyendo
o del temblor que llega
inesperadamente

no se trata de la piel indomable
de la lengua
ni de la contracción más delicada.

Perdida estoy
con el cuerpo en volandas
sintiendo que no se trata de eso,
solamente,
ni sé de qué se trata.

jueves, septiembre 11, 2008

ojo clínico

La mujer se acercó al oculista porque tenía el ojo clínico desenfocado, había perdido definición y confundía las cosas.
Confundía miradas anhelantes con tristezas profundas, sonrisas picaronas con tics descontrolados, el deseo más profundo (ese que no habla solamente de la piel) con seriedad pasmosa, los cadáveres exquisitos no le sabían tan bien, cambiaba las palabras reales por juegos de palabras.
El problema no está en el ojo clínico, sino en el corazón- le dijo el médico y le recetó cerrar el ojo clínico e intentar observar durante algunos días con otras partes del cuerpo.
Confusa se fue de la consulta con el ojo clínico fuera de circulación y la cabeza llena de pajaritos otoñales que no sabía de dónde habían salido.

sábado, septiembre 06, 2008

des-esperar

La noche ni te llevó ni te trajo.

Como los de un espantapájaros
embrutecido por el viento
mis ojos espían un horizonte
que sólo trae
este vértigo estático,
desmedido.

lunes, septiembre 01, 2008

desasosiego

Conformarme con rozar tu perfume
cuando el aire lo lleva y lo trae
como a un anzuelo.

Las yemas de mis dedos
tienen sueños
que no quiero ver
cuando el día se despereza
y yo sigo guardando
debajo de la almohada
montañas de dibujos
pintados con tinta invisible.