jueves, abril 24, 2008

sala de espera

Moriré de sed en tu boca
y de hambre en tu piel

no me darás más que el espacio que cabe
entre tu temor y la noche,
palabras entre paréntesis,

minutos infinitos
en esta sala de espera
despoblada

nada que sacie
esta voracidad
que llega a destiempo a la mesa de tus días.

Mientras,
con el ancla arrancada,
voy recogiendo viento y peces resbalosos
en mi red más bien desenredada.

miércoles, abril 23, 2008

arrojo

en el medio de uno de tus ensayadísimos saltos
descubres
que han quitado la red
del centro de la pista
y tú en el aire, ahora,
dudas entre volver a aferrarte al trapecio

(volver a tu adormecedor
vaivén eterno
entre lo incierto y lo seguro,
como si no fueran lo mismo)

o dejarte caer
y romperte.

allí abajo
te espera lo impreciso
de tu propia cara
frente a un nuevo espejo
y un idioma
que con las mismas palabras
nombra cosa distintas.

domingo, abril 20, 2008

cita

A qué hora llegaré puntual
al encuentro con mi primera cara

(si un tren sale de san petersburgo
y otro sale de atocha…)

a qué hora
se encontrarán mis anhelos y mis miedos
para sacarse la lengua
o empujarse a las vías.

Perder la noción del tiempo
en la primera esquina

perder la noción del bien y del mal
malentendidos

o de la culpa

perder la noción
y recuperarla
(otra)
en la oficina de objetos perdidos
junto con los días que he dejado pasar
(mirando para otro lado).

A qué hora
me abriré la puerta

sin vigilarme por la mirilla

dejando que todo ocurra
como no estaba escrito en nigún lado.

viernes, abril 11, 2008

nano

cuando miro a nano (el gato), no puedo evitar pensar que es la reencarnación de alguien que está incómodo en su cuadrúpedo cuerpo felino. nano frunce el ceño como diciendo: "a qué hora se sirve la cena?" o "me apetece un cigarro". se acerca con gesto de huída, se tumba con la inercia de ponerse de pie, te habla con frases largas como si quisiera explicarse de forma inexplicable.
está aquí pero no está. es el eco de alguien que se está yendo, atrapado en una botella.

viernes, abril 04, 2008

a la altura de las circunstancias

Tuve que construir una escalera
de manera imprecisa y sin las herramientas

los peldaños torcidos
no estaban paralelos
ni perpendiculares
atados con cordones
de zapatillas viejas

parecían agarrarse unos a otros
para no caerse

pisé el primero
el segundo
con mis pies inseguros
y el vértigo escalando mi espalda

en el tercero
miré abajo:
las formas de las cosas
sus sombras
los espacios vacíos

en el cuarto todo se tambaleó
pero seguí subiendo
con el temblor a cuestas
pero yendo

en el último peldaño
estuve ya
por fin
a la altura de las circunstancias

las miré a los ojos
siempre sin entenderlas
y les dije
sin rabia, susurrando:

a ver si os ponéis
vosotras a mi altura
alguna vez
para variar, nomás,
tan sólo digo.