viernes, enero 30, 2009

la cometa

Cometa enredada en las ramas de un árbol,
nadie la vio flamear
con el viento en el rojo.

El cordel hecho un nudo en lo que sería el pecho
el frío en la noche en lo que sería el alma.

De qué valen las alas en su jaula de ramas
de qué vale el vaivén o la alegría del aire
en la quietud del miedo,
la mordaza.

No la ves allí arriba
no te alcanzan los ojos ni las manos
para remontar la promesa de un vuelo.

Será el tiempo el que la desvanezca
con su dolor en cuotas
su desgaste de lluvia
su piel seca.

Pudo volar
pudo perderse donde empieza mañana

pero se pudre inmóvil
con el recuerdo intacto
de la nada.

jueves, enero 29, 2009

la mariposa y la escafandra

No es que yo quiera irme
pero hay noches
en que la lluvia cala adentro
donde no existe la palabra paraguas
y apenas cualquier otra.

No es que yo quiera irme
dejar atrás tus ojos
escaparme de nuevo como siempre
pero tú me despojas de ti,
me sueltas de tu mano
como si no doliera
desde el muelle que cruje en Malasaña.

No es que yo quiera irme
más bien es al contrario

quisiera estar
lo escribo, lo subrayo,
pero es como si todo fuera un juego
sin fichas
sin tablero
sin manual de instrucciones.

No quiero mirar hacia otro lado
pero tú me invitas al desvío,
al silencio,
me devuelves las cartas metafóricas
con tachones y nubes.

De tanto decir y pedir nada
la nada se acumula a las puertas
como hojas empapadas
y sucias

las barro y las alejo
pero vuelven como un boomerang loco.

Soy una mariposa que choca en tu escafandra.

Quería darte mis alas
y aquí estoy
dándote inútilmente estas palabras.

martes, enero 20, 2009

quedarse

Mirarte irte queriendo que te quedes,
las palabras guardadas haciendo un remolino
alrededor del cuerpo deshojado de escudos.

Tanto para decir
y sin embargo
no tengo voz
tengo tan sólo
el proyecto sin fechas de ver pasar el tiempo.

Pequeños pasos
huellas sobre la acera del silencio,
de fondo tu mirada
dentro de la que entro
para exorcizar la tristeza
o el miedo.

Déjame estar,
asomar la nariz pantocrática,
rozarte
en un abrazo lento,
perderme en tu perfume,
pedirte que te quedes
y que todo sea fácil

transparente

ligero

como (otra vez) la nieve
revolviendo el aire de la tarde,
creando este deshielo
en el que floto,
en el que viéndote marchar
suspiro
tiemblo.

martes, enero 13, 2009

hoy

Bajo un aire revuelto de copos de nieve
voy pensando en ti
como el primer día,
como si todavía fuera verano.

lunes, enero 05, 2009

paroxismo íntimo

No sé hacia dónde voy, perdida.
Enredada en tu hábito de tristeza, apenas he rozado tu boca pero sigo embebida de este algo inexplicable, sensación de haber recobrado la inconsciencia, una especie de circo en miniatura que me danza alrededor y con el que tropiezo cada día: tan pronto hago imposibles equilibrios a cien metros del suelo, como meto el corazón dentro de la boca del león, hago malabarismos con la ansiedad y la alegría, o me burlo de mí misma con la cara pintarrajeada de blanco y rojo.
No sé hacia donde voy, perdida, porque tú sigues quieta en tus recuerdos, tus presentes, haciéndote respuestas.
Me duele la boca, la punta de un dedo del pie, la piel sobre el omóplato derecho. Más cosas.
Me duele donde se juntan tu hombro y tu cuello.
A ti verme o no verme no te duele ni la uña del meñique.
Pero, sea lo que sea, he dejado el convento definitivamente, he quitado el freno de mano y la cuesta empinada me arrastra hacia esta incertidumbre tan gozosa y extraña.
Abandoné las carmelitas a cambio de este paroxismo de tu ausencia.
Pero paroxismo al fin que, después de tanto tiempo indemne, es lo que cuenta.