miércoles, octubre 13, 2010

cardiopatía

- ¿Hace pum, pum?
- No.
- ¿Hace tic, tac?
- No.
- ¿Hace pom, pom?
- No.
- ¿Y qué ruido hace, entonces, doctor?
- Glu, glu.
- (Sorprendida) ¿Glu, glu?
- Y chop, chop, como unas zapatillas mojadas.
- ¿Chop, chop?
- Está anegado.
- ¿Perdone?
- Tiene usted el corazón anegado de lágrimas.
- (Silencio)
- Lo tiene lleno de goteras. ¿no se había dado cuenta?
- Hombre, yo notaba un dolor y como una molestia.
- Pues ya ve.
- ¿Y tiene cura?
- Hummm. Vamos a creer que sí. Pero tiene que ser muy cuidadosa con mis instrucciones: cuanto antes coge su corazón y lo estruja como a un bandoneón…
- ¿Cómo a un bandoneón?
- Usted si quiere se canta un tango o simplemente lo estruja y lo estira como a un bandoneón.
- (Incrédula).
- Luego lo cuelga a secar a la sombra (al sol sería contraproducente).
- ¿Con dos pinzas?
- O con tres, no sea cosa que se le vuele. Y muy importante: cuando esté seco se lo coloca en su sitio, pero nada de plancha, eh? Arrugadito y todo, usted se lo coloca y retoma la vida.
- Se dice fácil.
- No me sea “dramitas”, que se me inunda.
- No sé cómo hacer.
- Haga lo que hizo ella: baje la persiana, tire para adelante, no se quede esperando a Godot. Lo peor es pasarse los días en la sala de espera, leyendo el Hola.
- No es fácil tomar esa decisión, dejarla ir definitivamente. La espera, aunque inútil, parecía doler menos.
- Pero ya ve: produce goteras como agujeros de bala. Y si no se me cuida, habrá que colocarle un paraguas a corazón abierto y no se lo aconsejo.
- Gracias, doctor.
- De nada.

jueves, octubre 07, 2010

inútil

No tengo octubre
ni tengo otoño.

Tengo un montón de palabras en las manos
(como un manojo de hojas secas)
que (aunque no lo parezca)
no sé cómo ordenar para contarme.