martes, diciembre 31, 2013

2014

Feliz año nuevo

APURARME, contar historias, contar contigo; perderme, hablar bajito, soñar las cosas que no suceden y disfrutar de las que sí suceden, no hacerme daño, no hacerme el torpe, pelear sin dar golpes, no conformarme,

pensar las cosas, coger aire,

jugar, ser vencido, detenerse, levantarse, acostarse y rezar (aunque no se crea, aunque dios no exista) extenderse, expandirse, dedicarle tiempo a aumentar la vida, aprender, llorar cuando se tengan ganas (donde se tengan ganas, delante de quien sea) ser sincero, arriesgarse, vencer los miedos, amar, dejarse amar, enseñar a amar, aprender cómo se ama, ir creciendo, ir de compras, ir de fiesta a saludar al mar mediterráneo, decir que sí, o que no, y no esperar ni lo uno ni lo otro

sentir las cosas

hacer amigos, hacer poemas

vivir, todos los días, igual que los que cantan.

de laciudaddesol.blogspot.com

viernes, diciembre 27, 2013

pasado presente

Mi mamá se quedó a vivir en el pasado. No hoy, sino hace varios años.
Se sacó una sillita a la puerta de su pasado y una sombrilla porque, decía, allí siempre había sol.
Por las mañanas cogía un cuaderno en el que apuntaba todo lo que le pasaba, que era un poco repetitivo, porque estaba en el pasado y allí ya no ocurría nada nuevo.
Apuntaba con birome roja frases célebres para luego, más tarde, recordarlas de memoria.
Por la tarde sacaba de debajo de la alfombra una cajita con fotos color sepia, pero no la abría, tan solo la tenía sobre su falda como si fuera un cachorrito cuadrado.
Por la noche, mi mamá metía la silla dentro (la sombrilla no, era muy trabajoso montarla y desmontarla) y miraba por la ventana (empañada).
Quería ver si pasaba alguien conocido por la puerta, alguien de todas las personas que vivían con ella en el pasado. Pero en el pasado, la gente pasa sin verse, como si pese a estar en el mismo espacio de tiempo estuvieran en distintas dimensiones.
Así fue como mi mamá se fue quedando sola.
Yo le decía: mamá, en el pasado puedes entrar, eventualmente, un domingo lluvioso por la tarde, un día en el cine, mientras se hace una salsa con orégano. Puedes planear un día en el pasado, incluso, si tienes muchas ganas, con su mantel de picnic a cuadros, con su tarde de compras en sitios que ya no existen, con su banco en la plaza debajo de aquel árbol. Pero, ¿quedarte a vivir?
Mi mamá no hacía caso, claro. Ella vivía mejor allí, eso es seguro.
No le importaba nada haberse ido. O mejor dicho, haberse quedado allí, tan lejos.
Y aunque ella estaba allá, y cada tanto agitaba los brazos en el aire como un náufrago para que no la olvidáramos, al pasado yo no miraba prácticamente nunca. Porque mirar para atrás me daba tortícolis aguda en todo el cuerpo.

miércoles, diciembre 18, 2013

indigestión

Se cogió una indigestión de palabras y se murió. Como un corte de digestión en verano, pero sin agua.
Fue algo lento, no fue algo repentino. De alguna manera lo venía avisando.
Cada vez se quedaba más callada, sólo escribía esos mensajitos cortos y monosilábicos que se pusieron de moda a principio de siglo.
Claro, decía el médico, nadie puede vivir así, se va a atragantar sin decir nada.
Se fue quedando callada como las linternas que se quedan sin pilas. Es verdad, también hay que decirlo, que nunca fue muy proclive a decir cosas. Hablar por hablar, sí, como todo el mundo, pero decir cosas, poco.
Esas son las peores, decía el médico. Las peores indigestiones, las de las palabras que no suelen decirse.
Qué hiciste tú, me dijeron delante del ataúd de ella, indigestada. Qué hiciste tú por salvarla del ahogo, de la barriga atiborrada de verbos sin conjugar.
Yo hice lo que supe: trabalenguas, juegos de palabras, poemas y canciones.
Yo le puse una alfombra de rayas rojas y naranjas para que se extendiera enloquecida.
Pero.
Tenía las palabras metidas en una jaula, le dije un día y se burló de mí.
Ella se asustó, terminé. Le daba miedo nombrar.
Lentamente, entonces, todo se fue gestando, indigestando, mejor dicho.
Y un día, paf, zácate. La noticia irremediable, seca como un golpe de viento.
Se murió sin decir.
De este lado quedó un agujero negro, una pared en la que falta un cuadro, un crucigrama sin definiciones, los puntos suspensivos, indescifrablemente oscuros.

jueves, diciembre 12, 2013

genes (fragmento)

La mujer llegó a urgencias desencajada.
En cuanto atravesó la puerta del despacho del médico vomitó su problema.
- Quiero que me saquen los genes. Que me los extraigan. Que me los anulen.
El médico se quitó las gafas para ver mejor, paradójicamente, y dijo:
- ¿Perdone?
- Lo que escucha. No quiero mis genes, no los quiero, quiero que me los cambien, que me los trasplanten, que me los arranquen, que me los canjeen por puntos, que se los quede alguien. Yo no los quiero.
El médico le pidió que se sentara y se tranquilizara y que explicara mejor qué le ocurría.
- No quiero que exista la más mínima posibilidad de parecerme a mi padre.
- Es decir que usted cree en la herencia genética.
- En la genética y en la psicológica, pero el subconsciente no me lo puedo quitar.
- Todo es ponerse - dijo el médico.

miércoles, diciembre 11, 2013

Física

Solamente sentir mi gemido convexo
montándose en tu gemido cóncavo.