alrededor

Me gustan los abejorros.
Meten la cabeza en las flores como si fueran a libarles el alma y salen insaciables, con los mofletes llenos de polen, payasos enharinados de primavera.

sin título

en esta noche oscura
la realidad
relámpago en el pecho tormentoso del cielo.
¿o es al revés?
la luz, esta mentira.

notredame

Apareció en mi vida herido, lo curé y nos adoptamos.
Aprendimos un lenguaje propio. Lo llamaba y venía. Me llamaba y yo iba.
Hacíamos el amor a la hora de la siesta, sus patitas apretando mi piel, mis jerseys, su ronroneo acunando mi sueño.
Me ofrecía su barriga, tumbado al sol, para que la amasara con cuidado y su boca, distraídamente, para que la besara suave.
Se fue como quien no quiere despedirse. Dejándose caer en la muerte por sorpresa, como si escapándose pudiera escaparse.
Me dejó con esta cara llena de lágrimas sin saber bien cómo echarlo de menos, cómo extrañarlo, teniendo que aprender el revés de esta vida, acomodar repentinamente su recuerdo en este vacío. Teniendo que podar este dolor para que quede fresca y frondosa la alegría de habernos encontrado.