martes, febrero 23, 2016

araña

Hay una arañita muy pequeña viviendo desde hace muchos días en una de las cuerdas de tender la ropa, fuera.
Cada vez que acerco hacia mí la cuerda para tender, la arañita se descuelga, rápidamente, como dicendo: que no me vea, que no me vea.
Pero yo siempre la veo (tengo un don especial para ver todo lo que no debería verse) y la dejo descolgarse, balancearse mientras tiendo sábanas y camisetas.
Cuando la ropa se seca la descuelgo, la entro en casa, y la araña, toda agitada por el trajín, vuelve a trepar haciéndose un ovillito con su propia tela hasta que en próximos días toque otra vez colada.
Pasa el tiempo y convivimos en esta distancia aparentemente indiferente. No nos vemos a diario, pero sé que está ahí, minúscula y frágil como yo misma en este tendedero inmenso a la intemperie.