viernes, octubre 10, 2008

esta noche

A veces, por la noche, para dormirme, escribo mentalmente textos breves y los repito en silencio (como una nana) una y otra vez hasta que los grabo en la memoria. En ese estado de vigilia inconsciente, los textos parecen quedar perfectos, no les sobra ni les falta nada. Me duermo con la promesa de recordarlos por la mañana para pasarlos en limpio.
Sin embargo, la mañana llega con la memoria blanca, y de los textos apenas recuerdo una frase que no me sirve de nada.
La noche (esta noche) es un caldo de cultivo para que crezcan fantasías como frases perfectas: mi boca diciéndote al oído eso que tengo guardado, tu voz quebrada sobre mi espalda.
Por la mañana no quedará tampoco nada.
Como una yonqui desintoxicándose digo no cuando quisiera decir sí, y me escondo de tus ojos como de aquel recuerdo, para que la piel no duela más.
La imagen claustrofóbica de esos edificios dinamitados cayendo hacia dentro de sí mismos es lo que viene a mi cabeza cuando pienso en esto que siento o siento esto que pienso y que no puede salir: algo como querer guardar en una caja de zapatos los restos de una ciudad arrasada.