jueves, octubre 29, 2009

sin título

Nunca le quité el hambre ni el sueño.

Yo en cambio
devoré el insomnio a cucharadas
me alimenté de esta sopa de letras
me atraganté con las palabras.

No me quejo.

Ella me desvió
de mi viaje de polizón adormecido
me hizo probar la sed
regocijarme en el desvelo.

Ahora me queda esto
indescifrable:
la disciplina de la distancia
una herida candente, subterránea
y el otoño oxidando sus ojos,
mi mirada.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Qué bonito, triste, pero bonito. Besis.

15:28  

Publicar un comentario

<< Home