viernes, noviembre 12, 2010

jugando antes de dormir

Detrás de sus palabras se escondían otras palabras.
Tímidas, apenas asomaban la nariz, se amontonaban. Se daban calor. Se apretaban. Detrás de sus palabras, como detrás del muro que dobla la esquina: una bandada de palabras, temerosas de asomar la punta del dedo gordo del pie, de que se les despeine el flequillo, aterradas de malinterpretarse, de desintegrarse en al aire, de significar.
Se agarran de las manos, se sostienen, que ninguna se escape. Que nadie las descubra allí detrás, como un perro asustado, disimuladas para casi todos (menos para mí, que las intuyo alborotadas sin apenas respirar o moverse).