martes, octubre 25, 2016

carcoma (antiguo)

Me han dicho que tengo carcoma.
No mi casa, no las vigas de madera de mi casa. No las puertas. No.
Yo tengo carcoma.
Me lo han dicho en el médico hoy. He ido porque me picaba, un cosquilleo interior pero peor, un reconcomer, un susurro crunch crunch imparable.
Mentira, se lo he dicho al médico: se para con la tele.
Con lo cual, me han recetado dos cosas, puedo elegir: o me pongo a ver la tele como si no hubiera un mañana, la tele suero, la tele con rueditas para que no me distraiga (de la tele) ni un segundo. Con la tele a la compra, con la tele a la cama.
O inyectar anticarcoma en vena, con unas jeringuillas muy precisas.
El médico dice que la segunda opción es más agresiva: el anticarcoma se lleva por delante aquello que te carcome y todo lo que pille a su paso. Bueno o malo. Digamos que si superas el trance, tienes que empezar de cero (patatero).
He dicho que lo pensaría pero lo cierto es que no puedo pensar demasiado porque todo lo que pienso me muerde.
Sin quererlo, me he convertido en un hueso de plástico arrojado a las fauces de este silencio.