domingo, julio 23, 2006

escarabajos

Curiosos escarabajos los que encuentro en un pueblito de Guadalajara, que se echan panza arriba para morir.
Mi tarea en los días en los que a nuestra manera convivimos, consiste en darles la vuelta varias veces (a unos y a otros) e indicarles, con tono maternal y con gestos, un camino sin posibles tropiezos, convencida de que su confusión respecto a dónde está el cielo y dónde el suelo es tan sólo momentánea y casual. Sin embargo, un rato después de ponerlos a andar, alentándolos en el intento, los escarabajos vuelven a caerse boca arriba, como si la vida fuera un barco que los marease. Allí los dejo entonces, dándome por vencida aunque me cueste, una vez recibido su mensaje por signos.
Días enteros y noches sin reloj pasan moviendo sus patitas hacia el cielo, pedaleando sin dudar hacia la muerte.
Nada he podido hacer para salvarlos, suponiendo que lo que para mí es salvarlos signifique lo mismo para ellos.
Nada he podido hacer para entender cómo y por qué entra la muerte en sus acorazados cuerpecitos, en qué momento llega la rendición después de tan larga e invisible batalla.