jueves, octubre 19, 2006

la espalda

Por la espalda el dolor sube lento como un insecto al que le falta una pata o como un día de lluvia en el que no se puede salir a la calle (las gotitas de agua dando transparentes cabezazos al cristal, zapateando en el tejado para que alguien las deje entrar a secarse los pies).
Convivir con el dolor pero sin perder la carcajada, la mirada crítica, la flecha que apunta a la frente.
Mi cuerpo es hoy una casa repleta de habitaciones, muchas no sé ni dónde están, perdidas en el inmenso mapa desdibujado que soy. En una de ellas habita este miedo que a veces se asoma y me saca la lengua para que no lo olvide. Si esto pudiera ser realmente así, si yo fuera una casa, mi espalda sería la escalera por la que un ejército sube y baja cada día dando golpes, enterrando minas personales que ni siquiera explotan, arrasándolo todo. Lo que queda es esta molestia sentada en mi silla y la infantil sensación de que sólo una pócima mágica podrá arrancar el dolor, el miedo, extirparlos como un diente o una uña podrida. Extraerlos como se saca una foto de un álbum.

1 Comments:

Blogger makkkafu said...

Bien Samsa, múltiples imágenes, me hizo recordar "poética del cuerpo enfermo", te lo mando vía email.

C.A. Makkkafu.


El lenguaje del cuerpo no puede ser silenciado.

El cuerpo tiene un leguaje propio que se despliega en una elocuencia pero no usa palabras.
(Enrique González Crussi - "Mars repentina"

10:28  

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